La educación sigue siendo uno de los
pilares fundamentales para el desarrollo de la calidad de vida humana y de las
instituciones; en especial, del Estado. Se la considera prioritaria para promover la
integración e inclusión social y la consolidación del sistema democrático, en
una sociedad que sea cada vez más justa y equitativa. Por ello, la educación
constituye uno de los deberes indelegables del Estado (garante de este
derecho), y su cumplimiento es responsabilidad de todos.
La necesaria articulación entre la familia,
la escuela, la comunidad y el Estado representa el principio de
corresponsabilidad imprescindible para el cumplimiento de los derechos de las
niñas, niños y jóvenes; en particular, del derecho a una educación de calidad. Si preocupa la relación entre escuelas y
familias, es porque ambas instituciones de socialización son primordiales para
la crianza, cuidado y educación de los niños y niñas, aunque se debe reconocer
que, en las sociedades modernas, desde hace algún tiempo, no son las únicas que
les hablan, estimulan y brindan información. Un buen ejemplo, es el lugar que
ocupan los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías, que en
forma cotidiana, y bajo propuestas atractivas, captan la atención de niños y
niñas durante horas.
A modo de contextualización, vale señalar
que familia y escuela son parte de una comunidad que, a su vez, está inmersa y
pertenece a un sistema social, cultural, político y económico más amplio. En este
complejo marco, cada uno de estos espacios produce sentidos y tiene un rol
importante en la identidad de las personas, especialmente en tiempos donde las
coordenadas se amplían, al ser parte de sistemas socioculturales más extensos,
como producto de los procesos de globalización y mundialización.
A través de los medios de comunicación
(televisión, radio, etc.) o por la concurrencia a los espacios céntricos o
urbanos de una localidad, se toma conocimiento de una diversidad de costumbres,
normas y valores que ya no parecen extraños sino diferentes, que llevan a
interrogarse sobre las certezas básicas de la vida. Los diversos modelos de
pareja, la alimentación, la vestimenta, los gustos, el peinado son pequeñas
muestras que hacen saber que no hay verdades únicas, sino costumbres
socialmente aceptadas.
No obstante, la familia-escuela-comunidad,
siguen formando un triángulo que brinda los elementos para construir la
identidad de las personas. Cada una de estas interacciones, no es sólo para
señalar sus efectos en la subjetividad, sino también para reflexionar sobre
cómo ellas atraviesan fuertes procesos de transformación (social, cultural,
tecnológica, política, científica y económica), en un entramado social que
condiciona la constitución de una determinada niñez, adolescencia, juventud,
parentalidad y educación.
Los
docentes como actores de la integración social, deben hacer el esfuerzo en lo cultural,
para hacer de la escuela un centro de cultura educativa, artística, deportiva,
científica y recreativa. Presentaciones de danza y teatro, video, realización
de charlas y seminarios, ya que, esto debe convertirse en un vínculo entre la escuela y
la comunidad. Sin embargo, no se debe
olvidar que la escuela cumple una función educativa y los padres un rol
formativo, y cada uno debe ejercer su papel para que los niños y niñas tengan
más oportunidad de aprovechar sus vivencias y obtener mejores resultados.
Actualmente pero no en la mayoría de los
casos, se observan en los preescolares padres o representantes que están
desligados de las actividades escolares de sus hijos, por lo que no se
interesan en preguntar por la jornada diaria de los mismos, además, en el
momento de la entrada los padres dejan a sus hijos en la puerta y no se
preocupan en verificar si está o no la maestra, y tampoco notifican cuando sus
hijos están mal o enfermos. La familia por si sola ya no es capaz de resolver
por completo las necesidades de una persona, y la escuela tampoco logra cubrir
las múltiples vertientes del proceso formativo educativo.
Todo esto es debido a que a pesar de que
miles de textos digan una y otra vez la necesidad y beneficios de la relación
familia-escuela-comunidad, la realidad es que la gran mayoría de las escuela no
se ocupan de que esto realmente se dé, o en la mayoría de los casos se enfocan
sólo en la relación familia-escuela,
alegando que la comunidad es apática, olvidando que el más afectado es el niño,
ya que las consecuencias recaen en él. Por otro lado, la relación
familia-escuela siempre ha encerrado sentimientos encontrados, siendo una
relación compleja, fuente de interrogantes, cuestionamientos, tensiones o
conflictos latentes, que permiten abrirse a un juego de valoraciones negativas,
sospechosas y hasta amenazantes; pero la realidad también indica que la familia
y escuela son puntuales fundamentales del lazo social.
De esta manera se debe tomar en cuenta que
la adecuada socialización del niño y la niña es uno de los más importantes resultados
que la sociedad exige de la familia y de la educación, y se va construyendo a
través de las relaciones que establece con sus familiares, con otras personas y
con un entorno educativo y social favorable. Mediante este proceso el infante
internaliza normas, pautas, hábitos, actitudes, valores que rigen la
convivencia social.
En los preescolares, los docentes
incluyen a las familias a las actividades de cierres de proyecto o días
especiales (día de las madres, día del padre, aniversario de la institución, entre otros.), así como a reuniones, entrega
de boletas, creación de las normas de convivencia, entre otras actividades
emanadas principalmente por el Ministerio de Educación y porque son actos que
se realizan “por costumbre”, pero no porque en verdad los docentes quieran
trabajar articuladamente con la familia, sino porque siente que es una
obligación, un deber.
La forma en la que los docentes suelen
invitar a los padres a la escuela para que participen en estas actividades, es
a través de convocatorias, las mismas suelen realizarse a través de cuadernos de
comunicados, carpeta viajera, contacto telefónico, visita domiciliaria, “boca a boca” (padres
convocan a otros padres), docentes o
directivos informan al inicio o cierre de la jornada escolar, afiches en un
área visible de la escuela, tarjetas, etc. La convocatoria adquiere múltiples
formas en función de para qué se realiza. En esa diversidad, se puede convocar
a un grupo reducido de personas, a todas las familias, a toda la escuela, a las
autoridades o a la misma comunidad para desarrollar una actividad.
Debe ser un verdadero desafío para los docentes
descubrir la manera de llegar al grupo de personas al que se pretende informar
y lograr así una buena respuesta. Los niveles y modalidades del sistema
educativo han desarrollado tradiciones en relación con los modos de convocar a
las familias y sus comunidades para que asistan a las escuelas. Sin embargo, es
bueno pensar estas alternativas y revisar su eficacia, así como preguntarse y
analizar si las estrategias utilizadas cumplen con su objetivo.
Debido a esto es importante que
reflexionemos y evaluemos nuestra práctica educativa: ¿Como docente estoy cumpliendo mi rol como actor en la
integración social? ¿Busco maneras efectivas y agradables de atraer a la
familia y a la comunidad a la escuela? ¿Se da en la institución educativa donde
trabajo la relación familia-escuela-comunidad? Si no es así ¿Qué puedo hacer
para lograr un cambio? ¿Qué ventajas pueden surgir de ese trabajo articulado para el niño y para la institución educativa?
la articulación entre la familia ,escuela y comunidad son primordial para la educación de los niños y niñas, tanto en lo social y cultural. cada uno de ellos tienen una razón y función que es educar y formar. la formacion del niño y niñas depende de la relación que tenga con familiares,amigos,medio en el que se desenvuelve y el entorno educativo
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